Año 21 Número 81 – Junio 2023
Aunque ya te lo preguntamos en aquella oportunidad hace veinte años, nos parece bueno volver a recordar tus inicios en el IAR
Con la astronomía empecé de chico porque siempre me interesaron las preguntas que se relacionan con el universo: qué es, por qué existe, por qué es como es y no de otra manera, cómo evoluciona, como va a terminar y cuál es el rol que nosotros, los seres humanos, jugamos en el universo. Yo creo que toda esta curiosidad se originó, por un lado, en las lecturas que de muy chico siempre tuve en casa: básicamente me eduqué en la biblioteca que heredé de mi padre; y por otro lado por las series y películas que veía en la televisión en blanco y negro en los años 60, cuando era muy, muy chico. Por ejemplo, puedo acordarme de Star Trek y Ultraman, una serie japonesa de un hombre superpoderoso con poderes extraterrestres que luchaba contra monstruos y eso me hacían plantear un montón de preguntas sobre la vida extraterrestre y demás. Otras series como Viaje al Fondo del Mar, El Túnel del Tiempo, Los Invasores, todas esas series clásicas de ciencia ficción que se veían en blanco y negro en la Argentina en los años 60 y principio de los años 70, me influyeron mucho, intelectual y emocionalmente. Después, un poquito más tarde la serie OVNI y ya en los 70, en 1976, Cosmos 1999, una serie de Gerry y Silvia Anderson protagonizada por Martin Landau y Barbara Bain … De a poco me fui dando cuenta de que la forma de responder esas preguntas que me hacía era estudiando, investigando, haciendo ciencia.
En el viaje de fin de curso de primaria, en el año 1976, me decidí por estudiar astronomía y en 1982, cuando llegó el momento, me inscribí y comencé el primer año de Astronomía en la Universidad Nacional de La Plata. He tenido la suerte de haber nacido en La Plata, haberme formado en La Plata, que es una ciudad que tiene una universidad a la cual pude acceder en forma gratuita, entonces eso me facilitó mucho las cosas. Apenas empecé a estudiar astronomía me di cuenta de que no me gustaba, no me gustaba lo que enseñaban, no me gustaba cómo lo enseñaban, no me gustaba absolutamente nada. Y me di cuenta de que por ese lado no iba a lograr responder las preguntas que a mí me interesaba responder. Entonces me pasé a Física, pero no lo hice de inmediato ya que debía cumplir con el servicio militar obligatorio. Así fue que entre 1983 y 1983 estuve en la Infantería de Marina y salí en 1984. Ahí empecé a estudiar física, pero con la idea de, el día de mañana, aplicar esos conocimientos al estudio de la astrofísica y a tratar de entender los procesos físicos que ocurren detrás de los fenómenos astronómicos. Hacia la mitad de la carrera se me fue planteando la necesidad también de ganarme un poco la vida, por eso me acerqué por primera vez al IAR.
¿Entonces, eso fue lo que te acercó a la radioastronomía?
Claro. Digamos, en un momento teníamos que hacer un trabajo en física que se llamaba “trabajo de física experimental”. En esa época era la única materia en la cual uno entraba más o menos en contacto con ciencias experimentales. Entonces yo sabía que la óptica no me interesaba, o sea, me parecía en ese momento que quizás este era un camino demasiado trillado, demasiado frecuentado. Entonces buscaba otro tipo de horizontes y me enteré de la existencia de un instituto de Radioastronomía y nos acercamos acá con Jorge Combi quien también estudiaba la carrera. Por esa época era director Raúl Colomb quien nos encomendó un pequeño trabajo de observación con los receptores de continuo del IAR. Aprendimos a observar con el radiotelescopio número dos, que ahora se llama Radiotelescopio Esteban Bajaja. Quienes nos enseñaron las técnicas básicas fueron Kiko Testori, ya fallecido; y Elsa Giacani quien hace ya muchos años se fue del IAR a trabajar al IAFE. Con ellos aprendimos los rudimentos más básicos de cómo observar e hicimos nuestro trabajo de física experimental. Muchas veces nos ayudaba también Eduardo Hurrell, que prácticamente vivía en el IAR, y estaba muy familiarizado con los equipos. Cuando Colomb vió que más o menos manejábamos bien el radiotelescopio, al haberse quedado sin el observador a cargo, nos ofreció realizar esa tarea. Así fue como en 1988 comenzamos con Jorge a observar tres noches cada uno a la semana: llegábamos alrededor de las seis de la tarde y observábamos hasta entrada la noche, luego nos íbamos a dormir a las habitaciones que estaban en esa época al lado de la Biblioteca, hasta las nueve de la mañana aproximadamente, cuando llegaba el personal. Recuerdo especialmente a Cristina Cappa quien tenía una voz muy aguda y siempre nos despertaba, por lo que teníamos que irnos.
Así continué hasta 1991 cuando finalmente me licencié en Física con una tesis especializada en astrofísica, por lo cual renuncié al trabajo de observador y comencé con mi beca de iniciación a la investigación en CONICET para hacer un doctorado aquí mismo continuando el mismo tema que había desarrollado en mi tesis de licenciatura y que básicamente es el estudio de la astrofísica de agujeros negros súper masivos y la fenomenología que está detrás de la variabilidad que presentan esos sistemas a lo largo del espectro electromagnético. Creo que con Jorge fuimos las primeras personas en la Argentina que empezaron a trabajar en lo que hoy se conoce como astrofísica relativista … En esa época no había nadie.
Jorge se especializó más en la parte observacional, en la parte de astronomía de rayos gamma y su relación con la astronomía de continuo de radio. Y yo me dediqué más a los aspectos teóricos lo cual dio origen a toda una larga línea de investigación que se prolonga a la actualidad. Soy profesor titular de la cátedra de astrofísica relativista que yo mismo creé en base a toda esa experiencia que fui recabando a lo largo de los años.
Como soy una persona muy curiosa fui cambiando y centrando mi interés en otros temas, aunque sí manteniendo las líneas originales. Así es como pasé por rayos cósmicos, cuestionas relacionadas con fundamento de la teoría general de relatividad, cuestiones muy teóricas de la gravitación de agujeros negros y de la estabilidad de otras soluciones de las ecuaciones de Einstein conocidas como agujeros de gusano. Hice los primeros trabajos sobre la posibilidad de detectar observacionalmente agujeros de gusano, los primeros trabajos y el descubrimiento de lo que hoy se conoce como extreme intraday variability de los blazares, que es una variabilidad muy rápida que ocurre en radio producida por efectos del medio interestelar. Después trabajé sobre los llamados gamma ray bursts, que son explosiones gigantescas de rayos gamma. Cuando las empezamos a estudiar no se sabía cuál era su origen; ahora ya está esclarecido y se sabe que son producto del colapso de estrellas muy masivas y de la fusión de sistemas binarios de estrellas de neutrones. También investigué y desarrollé modelos de los llamados fast radio bursts, que actualmente los los seguimos estudiando … han sido muchísimos temas los que he abordado a lo largo de los años… cosmología también, o sea, la curiosidad esa que me había metido en este terreno me siguió impulsando a cambiar de tema una y otra vez, a buscar respuestas y a encontrar nuevas preguntas..
Este tema tiene un poco de contacto con los estudiantes … ¿Cómo es tu experiencia con respecto a la formación de futuros astrónomos o especialistas en estos temas?
Sí, yo creo que es muy importante dedicarle tiempo a la formación de los recursos humanos. El futuro de la ciencia depende de que el conocimiento se vaya transmitiendo y que de ese espíritu, de esa necesidad de entender el mundo, de alguna manera también se transmita. El entusiasmo es transmisible. Yo creo que la mejor manera de enseñar es a través del ejemplo. Por eso siempre he tratado de que desde la forma en que yo investigo inspirar a otros a hacer investigación. Mi enfoque es multidisciplinario. No me circunscribo a un área muy específica, sino que más bien soy un generalista. O sea, siempre le fomento a los alumnos tratar de ampliar su base de conocimiento lo más posible, de tal manera de tener siempre miradas “frescas” y con fuerte fundamento en física para poder interpretar lo que está pasando. Y creo que hay una gran riqueza en cambiarse frecuentemente de campo, porque te permite ver los problemas con la perspectiva que uno trae de otras áreas y entonces encontrar nuevos ángulos de investigación. Y bueno, eso también se ha reflejado en la forma en que doy clase. Otro aspecto importante es que hago también investigación en filosofía que se complementa con los temas en los que trabajo.
Justamente estaba pensando en la Filosofía …
Todo eso trato de transmitirlo en las clases. También me quedo con cosas de literatura y otras cosas, entonces eso a algunos alumnos les produce un efecto de entusiasmo y hay muchos que se acercan buscando asesoramiento para la carrera, otros para que les arme el plan de estudios y otros para que los dirija. A lo largo de mi carrera he dirigido más de 40 tesis, alrededor de 20 tesis doctorales y unas 20 tesis de licenciatura y de maestría. He formado mucha gente … algunos todavía trabajan aquí en el instituto; otros lamentablemente han emigrado. No ha sido fácil retenerlos dadas las circunstancias del país. No obstante, creo haber contribuido a la formación de toda una generación de gente que encara la astrofísica, la cosmología, la física, con una mentalidad mucho más abierta que la que yo encontré cuando empecé a hacer investigación. Lo que he tratado es de que mis alumnos no enfrenten los problemas que yo tuve que enfrentar cuando me inicié en la investigación y bueno, eso finalmente me terminó llevando a la gestión. Si uno quiere modificar, digamos, las condiciones, en algún momento tiene que remangarse las manos y no sólo hacer investigación, sino hacer gestión
Ya que tocaste ese tema, ¿cómo ves tus cuatro años pasados y los que quedan de gestión como director del IAR?
Bueno, han sido cuatro años muy exigentes, que han exigido muchísimo tiempo, muchísimo esfuerzo, muchísima dedicación. Tengo una visión de cómo debe funcionar un instituto de investigación científica que he ido construyendo con el tiempo en base a mi propia experiencia personal de investigación, a cuáles son las necesidades que yo he tenido como investigador, a las necesidades que he visto en mis estudiantes cuando hacen investigación, pero también al conocimiento que he tenido de haber visitado y haber trabajado en distintos lugares del mundo. Creo haber estado de visita como investigador visitante en más de veinte o veinticinco países de mi carrera. Eso te permite comparar, aprender, te da una visión propia.
He tratado, en la medida de lo posible, de mejorar el Instituto, reorganizarlo, dotarlo de las herramientas y de las estructuras que son necesarias para poder hacer ciencia y tecnología de forma competitiva. Crear un ámbito donde las personas que trabajan se sientan en la posibilidad de ejercer libremente sus posibilidades. Es lo que trato de hacer, es sacar de cada uno lo mejor que tiene para dar. Me parece que tratar de exigirle a una persona que haga cosas que para las cuales no siente motivación es contraproducente. Lo que hay que tratar de hacer es darle la motivación para sacar de sí lo mejor que tiene para ayudarlo. No siempre es fácil, por supuesto, manejar recursos humanos en un instituto grande, a veces con fondos limitados, con recursos limitados en situaciones difíciles, donde no todo es ideal, sino que uno trabaja con el material original que tiene, lo que uno ha recibido. Por eso no siempre es fácil. Pero bueno, se trata de optimizar. Siempre es un compromiso entre los recursos materiales y los recursos humanos que uno tiene, los objetivos que se fijan y, bueno, tratar de optimizar los medios para obtener el mejor producto posible. Creo que el Instituto mejoró en estos cuatro años. O sea, no solo es una opinión subjetiva, creo que hay indicadores objetivos que lo muestran, por supuesto. Eso no quita que haya muchísimas cosas que hacer. Sería bueno si el sistema científico en su conjunto también evolucionase de una manera que acompañase la evolución del Instituto.
¿Y con respecto a la Argentina, y a nuestra disciplina y sus posibilidades?
En mi opinión la ciencia es parte de la sociedad, es parte de uno de los subsistemas que forman la sociedad. La sociedad está formada por cuatro grandes subsistemas. La sociedad es un sistema en sí mismo, o sea, un sistema es algo que tiene propiedades emergentes respecto a los individuos que la componen. Los que componen la sociedad somos nosotros, los seres humanos, los animales que viven con nosotros en la sociedad y los medios materiales que tenemos a nuestra disposición. Todos estos componentes interactúan y de esas interacciones surgen propiedades emergentes. Las sociedades pueden hacer cosas que las personas aisladas no pueden hacer y también están sujetos a problemas y cosas que son diferentes de los problemas y las cosas que sufren los individuos aislados, pero por supuesto, repercuten en los individuos. Entonces, una sociedad es un sistema, como estoy diciendo, que tiene a su vez subsistemas. Uno es un subsistema político que es el que básicamente hace la gestión de la sociedad, otro es un subsistema económico que involucra las relaciones de producción, comercialización, circulación, distribución de medios materiales en la sociedad. Y después está el subsistema biológico que nos incluye a todos. Por ejemplo, en la pandemia el subsistema biológico se vió fuertemente afectado. Y por último, hay un subsistema cultural del cual forma parte la ciencia y el rol de la ciencia en la sociedad. Yo creo que es fundamental, porque la ciencia lo que aporta es conocimiento, y el conocimiento es necesario para lograr los fines. Si yo quiero obtener algo, voy a tener más chances de lograrlo si tengo conocimiento que si no lo tengo, me da un mayor control sobre mi entorno. El conocimiento me permite tener representaciones conceptuales verdaderas del entorno y entonces si yo puedo representar conceptualmente mi entorno y sé cómo se comporta voy a poder diseñar en forma más efectiva mi comportamiento respecto a mis objetivos. Entonces, creo que la ciencia es esencial para que una sociedad pueda prosperar, pero como es un subsistema de la sociedad, si la sociedad en general no funciona, si los otros subsistemas no funcionan correctamente, como están todos en interacción, la ciencia también va a sufrir y va a tener sus problemas …
Lo que falta, me parece, es una visión sistémica de los problemas de la sociedad para diseñar respuestas a los problemas que tenemos que sean abarcativas y que permitan realmente resolverlos y no sean simplemente parches. Y eso a veces es muy difícil cuando desde el subsistema político solo hay una visión que es estrictamente cortoplacista. Yo veo que la ciencia está sufriendo por eso y también sufre por otros problemas que hay dentro del propio subsistema cultural del cual la ciencia es parte. Por ejemplo, la educación, ya que la educación es un prerrequisito para hacer ciencia. Si una persona no sabe leer o escribir, o no tiene una capacidad para pensar en forma coherente, entonces no puede hacer ciencia. Y estamos en un momento de la historia de la Argentina donde hay serios problemas en la educación, tanto a nivel primario, como a nivel secundario, como a nivel universitario, y eso se traduce también al ámbito científico.
Y luego en un instituto, por ejemplo como este, donde no solo hacemos investigación básica sino hacemos desarrollo de tecnología, necesitamos también que el subsistema económico esté relativamente sano ¿por qué? porque debemos comprar distintos insumos para nuestro desarrollo tecnológico, debemos operar e interactuar con otros agentes económicos, potenciales clientes, potenciales individuos u organismos que piden servicios u otros que nos ofrecen a nosotros parte de las tecnologías que podemos desarrollar, otros que reciben esa tecnología. En fin, digamos, los problemas que hay en esos subsistemas también afectan la capacidad de desarrollar tecnología. Y eso es gravísimo, porque la tecnología es básicamente un medio, es un instrumento para resolver problemas concretos. Entonces la ciencia nos dice cómo es el mundo, cómo funciona y nos da una idea del panorama, pero después la tecnología es la que nos da la herramienta concreta para poder aportar la resolución al problema específico que queríamos atacar. Entonces, si un país pierde la capacidad de generar tecnología, está perdiendo la capacidad de dar respuesta a los problemas que lo acucian y eso yo creo que es algo grave.
Yo siempre pongo el ejemplo de Sarmiento. Cuando Sarmiento asume la presidencia hace el primer censo, es la primera foto que tenemos del estado de la Argentina, casi el 90% de la población era analfabeta. Y entonces Sarmiento traza una política que pone el énfasis en la educación y en fortalecer lo que estamos llamando el subsistema cultural de la sociedad, porque entiende que la sociedad va a progresar en la medida en que los individuos que forman parte de esa sociedad sean lo más ilustrados posible y puedan tomar decisiones racionales. Y Sarmiento deja la presidencia en 1872 y hacia 1900, o sea, apenas 30 años después. Argentina es el país más alfabetizado de América.
Respondiendo a tu pregunta, creo que es un momento difícil y que para salir de ese momento hace falta un enfoque sistémico e ilustrado. No creo que sea algo imposible.
Y hablando de ilustración … ¿qué pensás de la inteligencia artificial?
Yo creo que la expresión “inteligencia artificial” cuando se utiliza para designar a algoritmos sintácticos que utilizan lo que llama deep learning y que tienen acceso a enormes bases de datos, no está correctamente utilizada. No estamos hablando de estrictamente inteligencia en el sentido en el que se utiliza la palabra inteligencia cuando se aplica a organismos biológicos. Lo que estamos haciendo es utilizar esa palabra para sistemas que no tienen una comprensión de lo que hacen, no tienen capacidades intensionales semánticas, sino que son meramente sintácticos, manejan simplemente símbolos, lo manejan de manera muy eficiente, pueden aprender, pero hay muchos sistemas puramente mecánicos que también pueden aprender. Y eso no quiere decir que sean inteligentes. Carlo que esto tampoco quiere decir que no haya verdadera investigación en el desarrollo de la inteligencia artificial propiamente diche. Pero no pasa exactamente por sistemas algorítmicos como estos de los del chatGPT y demás, que por más que simulan muy bien respuestas que parecen formuladas por sistemas conscientes, no son formuladas en absoluto por ellos. Hay mucha evidencia biológica de que la conciencia se origina por un proceso completamente diferente de un proceso algorítmico. La inteligencia y la conciencia en los seres humanos y en los animales evolucionados no es un proceso algorítmico. Tiene una forma de operar que básicamente es la que funciona en la selección natural. O sea, el cerebro esencialmente lo que produce es ruido, fluctuaciones aleatorias, disparos aleatorios de neuronas. La mayor parte de actividad cerebral es ruido y lo que hace el cerebro es poner filtros a esos ruidos surgidos de las distintas circunstancias a las cuales el organismo se enfrenta cuando hay un problema a resolver. Esos distintos filtros van eliminando todo el ruido que es inútil, hasta que finalmente de ese ruido que pasa a través de los filtros, lo que queda es orden. Y ese orden es lo que se estructura en lo que llamamos pensamiento o actividad consciente.
Entonces el proceso es exactamente al revés que el de un algoritmo: se parte del ruido y se llega al orden. No se parte del orden para llegar de nuevo a la orden, porque en el fondo no hay nada creativo si vos sólo tenés instrucciones. Y eso a pesar de que muchas veces estos algoritmos dejan perplejo al interlocutor porque nunca repiten la misma respuesta. Si uno le hace la misma pregunta, responden diferente, pero eso es porque manejan enormes bases de datos y obtienen un amplio muestreo basado en ciertos algoritmos aleatorios de selección, pero que también están programados.
Tal vez lo sorprendente es la capacidad de interactuar con esos datos y las cantidades de datos que se gestionan, no?
Exactamente, la cantidad de datos es inmensa y la posibilidad de gestionar tanto volumen, lo que se llama big data, es algo que a lo cual la tecnología ha tenido sólo acceso recientemente y por eso llama tanto la atención. Todos esos científicos y toda esa gente que dice que hay que tener cuidado la inteligencia artificial creo que es gente que está viendo mucha ciencia ficción. Yo creo que el mayor problema no está en eso si no en la estupidización de los seres humanos por la utilización de esos algoritmos. O sea, al final, al descansar en el algoritmo, al no saber utilizarlo correctamente porque se le dan más atributos del que realmente tiene, lo que uno está haciendo es empobrecerse. Y ese empobrecimiento, yo creo, es quizá el principal problema de estos sistemas. Lo mismo pasa con las redes sociales. Si yo hago una búsqueda por Internet por ejemplo sobre un lugar turístico el algoritmo me va a mostrar elementos relacionados con esa búsqueda y tal vez mi comportamiento en la elección de uno u otro destino turístico, por ejemplo, se va a ver condicionado de acuerdo a los intereses comerciales que están pre-programados en los algoritmos que seleccionan la información que se me da, y eso resulta en un empobrecimiento.
Te han nominado para recibir el premio Konex … ¿qué nos podés comentar?
He recibido muchos premios a lo largo de mi carrera. Este en particular es importante porque reconoce a las personas destacadas de la década. En este caso han seleccionado las cinco personas más destacadas de la física y astronomía en la década, y me han dado el honor de estar entre ellas. Es un honor y también es una gran responsabilidad porque eso te da una cierta representatividad y obligación para con la comunidad. Yo espero devolverlo siempre a través de la formación de los recursos humanos y del ejemplo que trato de dar a la gente joven y a estar siempre en contacto con ella.
Y volviendo un poco a la filosofía … ¿cómo te introdujiste en el tema?
A mí siempre me interesó la filosofía, probablemente desde que me interesó la ciencia, las dos cosas me interesaron en paralelo. Nunca estudié filosofía en la universidad … me formé solo y con el tiempo empecé a publicar en revistas internacionales. Yo creo que la filosofía tiene que articular una visión general del mundo, pero sobre la base del conocimiento que proveen las ciencias particulares. O sea, hay problemas que trascienden a la ciencia particular, de las cuales la ciencia particular no se ocupa, y eso es el ámbito específico de la filosofía. Pero no se puede intentar responder a esos problemas filosóficos sin la información de la ciencia. De hecho, creo que la aproximación correcta a la filosofía debe ser científica, no en el sentido de que la filosofía es una rama de la ciencia, sino de que la filosofía debe estar informada por la mejor ciencia de su tiempo. Creo que hay problemas filosóficos legítimos, por ejemplo ¿qué es el espacio?, ¿qué es el tiempo?, ¿qué es una ley de la naturaleza?, ¿qué es una teoría con la diferencia entre una teoría y un modelo?, ¿qué es la verdad?, ¿cómo podemos establecer si algo es verdadero o no?, ¿qué tipo de objetos podemos decir que son verdaderos o no? ¿las oraciones, las teorías, los modelos? Hay montones de problemas filosóficos, problemas filosóficos en ética, problemas filosóficos sobre la naturaleza humana, sobre lo que es una persona, un montón de cuestiones. Y creo que esos problemas son problemas legítimos, creo que son problemas que se pueden resolver y creo que hay que resolverlos con las herramientas lo más exactas posible para minimizar la vaguedad. Y también que debemos hacerlo informados por la ciencia, no delirando en un sillón. Por ejemplo, sería ridículo discutir qué es una persona sin tener en cuenta la información que proviene de la psicología, de las neurociencias, de la antropología … Lo mismo cuestiones como qué es el espacio, qué es el tiempo o qué es una ley natural sin tener en cuenta la información que nos provee la física. El enfoque filosófico que yo tengo es ese y en general me he dedicado a estudiar cuestiones que me interesan, relacionadas con temas muy básicos, sobre todo en Ontología, o sea, en la teoría general de los existentes, y de cuestiones relacionadas con el espacio, el tiempo, con la cosmología, con los fundamentos de la ciencia, con la naturaleza última de la realidad, etc.
He publicado no solamente artículos científicos sino también libros que se orientan a un público científico como es el caso, Scientific Philosophy, o más recientemente Contemporary Materialism que han tenido mucha repercusión; y libros de filosofía en castellano para un público más amplio: La naturaleza del tiempo, ¿Es posible viajar en el tiempo?. Tengo pensado también escribir más libros de filosofía en el futuro. He desarrollado una carrera académica paralela principalmente en el ámbito internacional. En Argentina he brindado un curso sobre filosofía científica desde mi cátedra en la UNLP, y me lo han pedido en distintos lugares de Argentina como la UNSAM, la UBA, y también en países como México, Alemania y España. Hasta que durante la pandemia lo grabé y está disponible en mi canal de YouTube en forma libre y gratuita. Cuando lo dicté tuvo cuatroscientos alumnos en 16 países distintos. Ahora también estoy dirigiendo algunas tesis especializadas en filosofía.
Sabemos que has tenido relación con Mario Bunge, qué nos podés contar sobre esa relación …
Sí, han sido treinta años de amistad de modo que me ha influido mucho. De todas formas, hay muchas cuestiones en las que no coincido, de hecho las he publicado y discutido extensamente con él. Mi enfoque general, sin embargo, es similar al de Bunge: el de una filosofía basada en la ciencia. En mi opinión se hace muy difícil abordar la filosofía desde esta mirada en países como la Argentina: rápidamente surge, debido a la ignorancia o la mala fe el calificativo “positivista”, usado como objeción o incluso como una descalificación. Yo hago investigación en metafísica, en ontología, claramente no soy positivista, de hecho tengo fuertes críticas al positivismo. Muchas veces se confunde el uso de herramientas formales en filosofía con el positivismo, el uso de la lógica y semántica formal causa horror en muchas personas. Pienso que si uno quiere tratar cierto tipo de problemas, esas herramientas son muy útiles, y negarse a utilizarlas es simplemente de necio. Otra cosa que rechazo es la ideologización. En mi último artículo denominado Philosophy of Ideology o filosofía de la ideología, estudio la filosofía que hay detrás de la ideología y la discuto. ¿Cuál es el rol de la ideología en la sociedad? Soy muy crítico de la ideología y creo que la ideologización tanto de la filosofía como de la ciencia es extremadamente perjudicial para el desarrollo de éstas.
Creo que en buena parte los problemas que tenemos como país provienen de la ideologización extrema que, en lugar de buscar las soluciones eficaces para resolver los problemas que tenemos, nos llevan a simplemente adoptar un paquete ideológico a priori y luego elegir la herramienta que corresponde a esa postura ideológica, aunque no tenga nada que ver con la realidad. Y eso lo podemos ver no sólo en Argentina, sino un montón de lugares. Bueno, creo que eso es un problema serio.
¿Cómo te ves de aquí a cuatro años cuando termine tu gestión?
En principio, no siendo más director ni haciendo gestión.
Espero haber cumplido mi objetivo de aportar un granito de arena para tratar de mejorar las instituciones científicas y tecnológicas, en la medida de lo que me fue posible, al menos en el ámbito en el cual yo estoy.
Me veo dedicándole mucho más tiempo a la filosofía. Creo que en ciencia he aportado mucho, y en filosofía hay todavía cosas que me gustaría tener el tiempo para plasmar, cosas que tengo en la cabeza y me gustaría tener el tiempo para desarrollarlas. Hay varios libros, por ejemplo, que tengo ahí en agenda. Lo primero que voy a hacer cuando termine los cuatro años de este último período es sacar un nuevo sabático y ese dedicarlo a escribir e investigar.
¡Muchas gracias Gustavo!