Año 18 Número 71 – Diciembre 2020

Por Manuel Fernández López

Uno de los radiotelescopios con más renombre a nivel mundial, la antena de 305 metros de Arecibo (Puerto Rico), cerró de forma definitiva, debido a los desperfectos ocasionados por la rotura de tres de los cables que sostenían su estructura parabólica. Las roturas se produjeron de forma repentina produciendo mayores daños en cada ocasión. Primero en agosto, luego en noviembre y finalmente el 1 de diciembre de 2020, los cables fueron produciendo más y más daño en el plato de la antena, poniendo además en peligro la integridad del personal a cargo del manejo del telescopio e inutilizando definitivamente el mismo para su uso astronómico.

El área colectora de la radioantena de Arecibo suponía una sensibilidad sólo igualada por el trabajo conjunto de las 60 antenas del interferómetro ALMA1 ubicado al norte de Chile. Desde 2017, la radioantena china FAST2 supera, con sus 500 metros de diámetro el área colectora de Arecibo, siendo la antena de mayor tamaño del planeta, aunque su uso es mucho más restringido y no puede ser usada como radar, como sí lo hacía Arecibo.

Entre las contribuciones astronómicas más destacadas en los casi sesenta años de operaciones del icónico telescopio puertorriqueño, se cuentan la detección del primer sistema binario de púlsares (R.A. Hulse & J.H. Taylor, 1974,1975), que desembocó en la concesiónd del premio Nobel a los autores de ese descurimiento en 1993, por las posibilidades que abría en el estudio de las ondas gravitatorias, la primera imagen radar de un asteroide (S.J. Ostro et al. 1990), la determinación radar del período de rotación de Mercurio (G.H. Pettengill and R.B. Dyce, 1965), la tomografía radar de la superficie de Venus (por ejemplo, varios estudios de Dyce, Pettengill y otros a finales de los años 60), el descubrimiento de un sistema planetario en torno a un púlsar (A. Wolszczan & D.A. Frail, 1992) o el monitoreo regular de asteroides y distintos máseres Galácticos, así como exploraciones de la línea de hidrógeno neutro (HI) en objetos extragalácticos con alto desplazamiento al rojo. Arecibo también formó parte del proyecto SETI, lanzando un mensaje (diseñado entre otros por Frank Drake y Carl Sagan) hacia el cúmulo globular M13 en noviembre de 1974 («The Arecibo Message of November, 1974»).

Además de la relación académica entre el observatorio de Arecibo y la comunidad de Puerto Rico, de gran importancia tanto a nivel educativo como de recursos para los habitantes de la región, la radioantena, ubicada en una depresión natural en medio de la jungla, se había convertido en una estampa icónica de la isla, apareciendo en películas como Contact, Species, y en las escenas de acción de James Bond en GoldenEye, lo que indica el importante vínculo con la sociedad puertorriqueña que el telescopio suponía.

Sin embargo, en una reseña hecha desde el IAR debemos destacar la relación que el Observatorio de Arecibo tuvo con nuestro Instituto, y por extensión, con la comunidad radioastronómica argentina. En 1986, cuando la comunidad astronómica internacional esperaba la venida del cometa Halley, el telescopio puertorriqueño se enfocó en el desarrollo de un nuevo correlador. Al mismo tiempo las autoridades del IAR planeaban actualizar el banco de filtros analógicos de la antena Varsavsky del IAR. Gracias a la mediación inestimable del Dr. Félix Mirabel (durante años usuario regular del telescopio de Arecibo) se consiguió firmar un convenio entre el IAR, la NSF y el Observatorio de Arecibo para trasladar a la Argentina el auto-correlador digital que estaba siendo decomisionado en Puerto Rico, conversores a banda base, una estación de trabajo en aquel entonces de última generación y otras componentes electrónicas. Todas las gestiones impulsadas por el Dr. Mirabel hicieron posible que, para entender el funcionamiento del auto-correlador y poner a funcionar el nuevo backend (analizador espectral digital), el ingeniero Juan José Larrarte (Juanjo, como todos lo conocemos) realizara una estancia durante varios meses de 1987 en Arecibo, lo que le permitió (junto a su mentor Emilio Filloy y otros integrantes de la plantilla del IAR, como Eduardo Hurrel) integrar el nuevo dispositivo y automatizar completamente por primera vez la operación en la antena Varsavsky del IAR. El desarrollo de la automatización evolucionó y, a pesar de contar con recursos de comunicación muy limitados, permitió programar las observaciones remotamente desde el exterior del Instituto. El correlador llegó en 1987 y el resto del equipo en 1988. El IAR comenzó a usarlo de forma regular en la década de los años 90. Junto a Juanjo, se comisionó al Observatorio de Arecibo al Dr. Marcelo Arnal, en su caso para desarrollar el software de observación y completar el conocimiento técnico con el uso científico de la nueva instrumentación. El uso del autocorrelador de Arecibo en la antena del IAR, que aún se mantiene por su valor histórico en la sala de control del Instituto, mejoraba de forma dramática las capacidades del telescopio del IAR y gracias a él se pudo llevar a cabo el relevamiento metódico de la emisión de hidrógeno neutro del cielo del hemisferio sur.

El accidente y el cierre definitivo del Observatorio de Arecibo es por tanto una triste noticia para la comunidad de nuestro Instituto, no sólo porque supone la anulación de uno de los mayores radiotelescopios del mundo, sino por la hermandad con el mismo, tejida a través del trabajo y la amistad de varios de nuestros compañeros.


Referencias